Sí, claro que estoy llorando.
¿Pues acaso esperabas que te hiciera una fiesta como despedida y a  aplaudir que te vas, destrozándome la vida?
O que al irte me vaya corriendo a la iglesia a pedirle a Dios que te bendiga…
No, no podré perdonarte.
A pesar de que te amo con toda mi alma me obligas a odiarte. Hoy te ríes de mí.
No te duele dejarme, pero vas a volver a buscarme y te advierto que voy a vengarme.
Vas a besar el suelo por Dios te lo juro.
Vendrás a pedirme perdón y lo dudo, que mendigaras por un beso de mis labios. Tu piel rogará que la toquen mis manos.
Se que voy a gozar  cuando vengas llorando,
me voy a burlar de ti al verte arrastrando.
Te arrepentirás de haberme conocido, porque hoy me declaro tu peor
 enemigo.