Lloré, porque de alguna manera me estaba resignando a seguir cada minuto y cada segundo sin tu compañía. Lloré porque creía sentirme fuerte y comprendí que vos me dabas esa fuerza lloré porque nunca te diste cuenta de que todo lo que hacía era solamente por vos, porque nunca sentí que mi esfuerzo era suficiente para que te sintieras orgulloso de mí. Lloré, porque vivía cada día sin vivirlo, creyéndome feliz convenciéndome de que todo lo que hacía estaba bien. Vivía sólo para entregarte mi vida en un segundo y poder sonreír al saber que te quedarías sólo por mí.