¿Otra vez? Si, otra vez. Lo veo venir, de nuevo y yo simplemente no quiero, siento que me harté, que estoy más frágil que nunca, que mi fortaleza se podría desmoronar en un santiamén. Por eso no voy a ponerla a prueba. Por eso te dije que NO, cuando era tiempo hubo tiempo, tuviste tiempo y elegiste. SI SEÑOR, lo elegiste. Tu vida y tus cosas, tu gente. Entonces, como decía Benedetti en un poema: Te dejo con tu vida, tu trabajo y tu gente, con tus puestas de sol y amaneceres. Si pensás volver por mí como quien vuelve atrás porque  olvidó un pañuelito tirado en la vereda, olvídalo. Si pensas volver por mí, pensando en que lo haces por mí, olvídalo. Estoy mucho mejor sin vos. (aunque no lo entiendas, claro.  Porque vos no lo entendés, porque vos NO SOPORTAS simplemente, estar solo. Estar sin  un beso femenino sobre los labios, aunque ni siquiera sientas amor por ellos). Ahora mis horas y mis días me `pertenecen. Tengo entre manos un puñadito chiquitito de sueños que no renuncié cuando te desviaste de mi camino, cuando me dijiste hasta acá puedo.  (Sin decirlo, claro, porque a vos las palabras casi siempre te costaron). Te deje atrás, porque s que ni el cariño, ni las promesas de amor eterno bastan hacer que otro se juegue por vos (quizás una causa que ya se considera perdida de antemano, o poco valiosa simplemente). Lamento decirte muchacho bonito, que mi presente no tiene lugar para tu rostro y tu cuerpo, tus abrazos y tus miedos, tus deseos y tu espacio reducidísimo para mí. Se acabó lo que se daba. Se agotó la fuente y ya no me siento responsable por tu sed.